“Cansada de la espera
sin sol ni lluvia
florezco para mí.”
Diana del Ángel
Este es un libro de cuentos, haikus y versos libres, un verdadero paseo por la barranca: flores, babosas (soleirolia soleirolii también es una planta), dientes de león, campánulas, tréboles y capullos no nacidos.
Pero, como se lee en su poema “Vestigios”, por el retoño de la hierba entre las ruinas se sabrá del agua subterránea. Por eso Barranca es también un libro de sustancias mugres, que van más allá de la baba, el moco y los ojos de sangre. Su poesía se transforma en una historia de desencanto. La barranca es a veces el lugar donde se sientan dos personas, y otras el campo de sal, el baldío, donde las ilusiones desaparecen.
Diana del Ángel rehace la voz de Mariana Lima (no te preocupes, Mariana, todos sabrán quién fue). Nos mete en el pellejo de las muchachas del Estado de México, que merecen caminar sin miedo a desaparecer, y de paso, nos recuerda que ningún cuerpo de niña debe ser abierto a destiempo.
En el mundo no hay belleza sin fealdad, ¿pero podría haberla sin horror? Creo que a “Vestigios” se resume la poética de este libro, que es, en sí mismo, eso que queda para hablar de las heridas, el vaivén de las hojas por el que se intuyen los pájaros…